viernes, 16 de diciembre de 2011

Oración Espiritual



Invito a todos nuestros queridos lectores a leer las siguientes palabras cuya esencia y significado brotan de sabiduría divina cual lluvia que riega todos los campos e inunda de vida todo lo que toca.
"…cuando el pueblo estaba ya dispuesto a dejar Egipto de su cautiverio y de sus pruebas, para ir en pos del desierto hacia la Tierra Prometida, todo lo previó y lo preparó". De la misma manera debemos ahora prevenirnos y prepararnos, para que en la travesía de esta vida nada llegue a faltarnos.
No olvidemos que aquel pueblo no sólo se proveyó de víveres para el largo camino, sino que también se acordó de orar, de hacer penitencia para purificarse y de formar el propósito de permanecer siempre unido, formando una sola familia. A pesar de muchas pruebas y vicisitudes, el pueblo de Israel logró penetrar en la Tierra de promisión, y esto fue debido a su fe, a su oración y a su unión.
No dudemos que aquella simiente espiritual está nosotros. ¿Por qué entonces no tomamos aquel ejemplo como norma para llegar a la nueva meta?
Bien sabemos que no es el desierto de arena el que nos espera, es la humanidad que se encuentra en plena confusión, abatida y falta de fe; no es una nación o una ciudad de este mundo la que buscaremos, sino la patria del espíritu, la cual se encuentra más allá de lo humano.
Israel surgirá nuevamente para ser como una antorcha en medio de la humanidad, dice el Señor.
Despertemos y démonos cuenta que somos nosotros quienes formamos parte del pueblo espiritual de Israel, pueblo de paz, de luz y espiritualidad.
Dejemos que nuestro corazón sienta todo cuanto afecta y aflige a la humanidad. Oremos por la paz de todos, hagamos brillar nuestros pensamientos en la mente de los demás. Que nuestra presencia en el mundo sea para dar paz, para consolar, para atraer bendiciones sobre nuestros semejantes.
Cuando nos acobardemos al contemplar cómo se ha propagado el dolor, el vicio, la miseria y el egoísmo, y las conciencia nos reclame cumplir nuestra misión espiritual, no temamos porque en cada paso que damos Dios nos reconforta y nos anima con su palabra; no dudemos, porque estas son pruebas que nos templan y son indispensables en nuestro crecimiento espiritual.
El Señor nos dice: tomad la cruz y seguid mi huella. No nos pide desempeñar una misión a la que no estamos suficientemente capacitados, Él conoce muy bien la fortaleza del corazón de cada uno de nosotros, no podemos ni debemos fallarle. Mientras la lucha está en ciernes, hagamos oración, busquemos con gran anhelo mejorar nuestra moral para que nuestra postura ante la vida sea creíble y ejemplo para todos. Al orar por nuestros hermanos, descubriremos el poder y la virtud que tiene la oración. El que se inspira en la oración es invencible ante las pruebas y será capaz de realizar prodigios agradables a los ojos de Dios.
¿Por qué aprisionar a nuestro pensamiento dentro del orbe terrestre, cuando él tiene un mundo de luz más allá de lo material? ¿Por qué sujetar al espíritu a la vida humana, si él tiene un espacio infinito más allá de nuestra mirada y de nuestra mente? Esos mundos del pensamiento y del espíritu se encuentran vírgenes, no hemos querido llegar hasta ellos, porque no hemos sabido orar.
El pensamiento y el espíritu, unidos para orar, crean en el hombre una fuerza superior a toda fuerza humana. En la oración el débil se fortalece, el cobarde se reviste de valor, el ignorante se ilumina, el torpe se despeja. El espíritu, cuando ha logrado armonizar con la mente para alcanzar la verdadera oración, se convierte en un soldado invisible, el cual, apartándose momentáneamente de lo que a su ser toca, se traslada a otros sitios, se libera de la influencia de la materia y se entrega a su lucha de hacer el bien, de conjurar males y peligros, de llevar un destello de luz, una gota de bálsamo o un hálito de paz a los necesitados.
Por todo esto, debemos entender cuánto podemos hacer con el espíritu y con la mente en medio del caos que ha envuelto a la humanidad. Estamos en un mundo de pensamientos e ideas encontradas, donde las pasiones palpitan por el materialismo y los espíritus navegan y se pierden entre tinieblas.
Sólo el que por medio de la oración haya aprendido a elevarse en pensamiento y espíritu a las regiones de la luz, a las moradas de la paz, podrá penetrar en el mundo de contiendas, donde se reflejan todas las pasiones humanas, sin salir vencido y dejando en cambio algo de provecho al bañar con destellos de luz a sus semejantes.
No esperemos a que los días y los tiempos pasen sin haber contribuido al adelanto y liberación de nuestro espíritu. Hagamos cuanto esté de nuestra parte y con nuestra fe dejemos que Dios haga el resto.
Dios es poder y crea milagros en nosotros, por lo tanto, uno de nuestros pensamientos, una de nuestras oraciones puede transformarla en algo tangible y visible ante los ojos."
Reflexionemos, en quién más podrá confiar Dios la misión de restauración, sino en aquellos que con valor han hecho a un lado la venda que cubre el corazón.

Carlos Ponce Noviembre 2011

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