martes, 30 de agosto de 2011

La Rueda de la Vida - Elizabeth Kübler-Ross



La casualidad no existe

Cuando hemos realizado la tarea que hemos venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura mariposa.Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios. De una carta a un niño enfermo de cáncer “EL RATÓN” (infancia).Al ratón le gusta meterse por todas partes,es animado y juguetón, y va siempre por delante de los demás.“EL oso” (edad madura, primeros años)El oso es muy comodón y le encanta, hibernar. Al recordar su mocedad, se ríede las correrías del ratón.“EL BÚFALO” (edad madura, últimos años).Al búfalo le gusta recorrer las praderas.Confortablemente instalado, repasa suvida y anhela desprenderse de su pesadacarga para convertirse en águila.“EL ÁGUILA” (años finales).Al águila le entusiasma sobrevolarel mundo desde las alturas, no a fin decontemplar con desprecio a la gente, sinopara animarla a que mire hacia lo alto. 

1. LA CASUALIDAD NO EXISTE.

 Tal vez esta introducción sea de utilidad. Durante años me ha perseguido la mala reputación. La verdad es que me han acosado personas que me consideran la Señora de la Muerte y del Morir. Creen que el haber dedicado más de tres decenios a investigar la muerte y la vida después de la muerte me convierte en experta en el tema. Yo creo que se equivocan.La única realidad incontrovertible de mi trabajo es la importancia de la vida.Siempre digo que la muerte puede ser una de las más grandiosas experiencias de la vida. Si se vive bien cada día, entonces no hay nada que temer.Tal vez éste, que sin duda será mi último libro, aclare esta idea. Es posible que plantee nuevas preguntas e incluso proporcione las respuestas.Desde donde estoy sentada en estos momentos, en la sala de estar llena de flores de mi casa en Scottsdale (Arizona), contemplo mis 70 años de vida y los considero extraordinarios. Cuando era niña, en Suiza, jamás, ni en mis sueños más locos —y eran realmente muy locos—, habría pronosticado que llegaría a ser la famosa autora de Sobre la muerte y los moribundos, una obra cuya exploración del último tránsito de la vida me situó en el centro de una polémica médica y teológica. Jamás me habría imaginado que después me pasaría el resto de la vida explicando que la muerte no existe.Según la idea de mis padres, yo tendría que haber sido una simpática y devota ama de casa suiza. Pero acabé siendo una tozuda psiquiatra, escritora y conferenciante del suroeste de Estados Unidos, que se comunica con espíritus de un mundo que creo es mucho más acogedor, amable y perfecto que el nuestro. Creo que la medicina moderna se ha convertido en una especie de profeta que ofrece una vida sin dolor. Eso es una tontería. Lo único que a mi juicio sana verdaderamente es el amor incondicional.Algunas de mis opiniones son muy poco ortodoxas. Por ejemplo, durante los últimos años he sufrido vanas embolias, entre ellas una de poca importancia justo después de la Navidad de 1996. Mis médicos me aconsejaron, y después me suplicaron, que dejara el tabaco, el café y los chocolates. 


Pero yo continúo dándome esos pequeños gustos. ¿Por qué no? Es mi vida.Así es como siempre he vivido. Si soy tozuda e independiente, si estoy apegada a mis costumbres, si estoy un poco desequilibrada, ¿qué más da? Así soy yo.De hecho, las piezas que componen mi existencia no parecen ensamblarse bien. Pero mis experiencias me han enseñado que no existen las casualidades en la vida. Las cosas que me ocurrieron tenían que ocurrir.Estaba destinada a trabajar con enfermos moribundos. Tuve que hacerlo cuando me encontré con mi primer paciente de sida. Me sentí llamada a viajar unos 200.000 kilómetros al año para dirigir seminarios que ayudaban a las personas a hacer frente a los aspectos más dolorosos de la vida, la muerte y la transición entre ambas. Más adelante me sentí impulsada a comprar una granja de 120 hectáreas en Virginia, donde construí mi propio centro de curación e hice planes para adoptar a bebés infectados por el sida. Aunque todavía me duele reconocerlo, comprendo que estaba destinada a ser arrancada de ese lugar idílico.En 1985, después de anunciar mi intención de adoptar a bebés infectados por el sida, me convertí en la persona más despreciada de todo el valle Shenandoah, y aunque pronto renuncié a mis planes, un grupo de hombres estuvo haciendo todo lo posible, excepto matarme, para obligarme a marcharme. Disparaban hacia las ventanas de mi casa y mataban a tiros a mis animales. Me enviaban mensajes amenazadores que me hicieron desagradable y peligrosa la vida en ese precioso paraje. Pero aquél era mi hogar, y obstinadamente me negué a hacer las maletas.Viví casi diez años en la granja de Head Waters en Virginia. La granja era justo lo que había soñado, y para hacerla realidad invertí en ella todo el dinero ganado con los libros y conferencias. Construí mi casa, una cabaña cercana y una alquería. Construí también un centro de curación donde daba seminarios, reduciendo así el tiempo dedicado a mi ajetreado programa de viajes. Tenía el proyecto de adoptar a bebés infectados por el sida, para que disfrutaran de los años de vida que les quedaran, los que fueran, en plena naturaleza.La vida sencilla de la granja lo era todo para mí. Nada me relajaba más después de un largo trayecto en avión que llegar al serpenteante camino que subía hasta mi casa. El silencio de la noche era más sedante que un somnífero. Por la mañana me despertaba la sinfonía que componían vacas, caballos, pollos, cerdos, asnos, hablando cada uno en su lengua. Su bullicio era la forma de darme la bienvenida. Los campos se extendían hasta donde alcanzaba mi vista, brillantes con el rocío recién caído. Los viejos árboles me ofrecían su silenciosa sabiduría. Allí se trabajaba de verdad. El contacto con la tierra, el agua y el sol, que son la materia de la vida, me dejó las manos mugrientas.Mi vida.Mi alma estaba allí.Entonces, el 6 de octubre de 1994 me incendiaron la casa.Se quemó toda entera, hasta el suelo, y fue una pérdida total para mí. El fuego destruyó todos mis papeles. Todo lo que poseía se transformó en cenizas.Atravesaba a toda prisa el aeropuerto de Baltimore a fin de coger un avión para llegar a casa cuando me enteré de que ésta estaba en llamas. El amigo que me lo dijo me suplicó que no fuera allí todavía. Pero toda mi vida me habían dicho que no estudiara medicina, que no hablara con pacientes moribundos, que no creara un hospital para enfermos de sida en la cárcel, y cada vez, obstinadamente, yo había hecho lo que me parecía correcto y no lo que se esperaba que hiciera. Esa vez no sería diferente.Todo el mundo sufre contratiempos en la vida. Cuanto más numerosos son más aprendemos y maduramos.El viaje en avión fue rápido. Muy pronto ya estaba en el asiento de atrás del coche de un amigo que conducía a toda velocidad por los oscuros caminos rurales. Desde varios kilómetros de distancia distinguí nubes de humo y lenguas de fuego que se perfilaban contra un cielo totalmente negro. Era evidente que se trataba de un gran incendio. 




Cuando ya estábamos más cerca, la casa, o lo que quedaba de ella, casi no se veía entre las llamas. Aquélla era una escena digna del infierno. Los bomberos dijeron que jamás habían visto algo semejante. Debido al intenso calor no pudieron acercarse a la casa hasta la mañana siguiente.Esa primera noche busqué refugio en la alquería, que no se hallaba lejos de la casa y estaba habilitada para acoger a mis invitados. Me preparé una taza de café, encendí un cigarrillo y me puse a pensar en la tremenda pérdida que representaban para mí los objetos carbonizados en ese horno ardiente que en otro tiempo fuera mi casa. Era algo aniquilador, pasmoso, incomprensible. Entre lo que había perdido estaban los diarios que llevaba mi padre desde que yo era niña, mis papeles y diarios personales, unos 20.000 historiales de casos relativos a mis estudios sobre la vida después de la muerte, mi colección de objetos de arte de los indios norteamericanos, fotografías, ropa, todo.Durante 24 horas permanecí en estado de conmoción. No sabía cómo reaccionar, si llorar, gritar, levantar los puños contra Dios, o simplemente quedarme con la boca abierta ante la férrea intromisión del destino. La adversidad sólo nos hace más fuertes. Siempre me preguntan cómo es la muerte. Contesto que es maravillosa. Es lo más fácil que vamos a hacer jamás.La vida es ardua. La vida es una lucha. La vida es como ir a la escuela; recibimos muchas lecciones. Cuanto más aprendemos, más difíciles se ponen las lecciones.Aquélla era una de esas ocasiones, una de las lecciones. Dado que no servía de nada negar la pérdida, la acepté. ¿Qué otra cosa podía hacer? En todo caso, era sólo un montón de objetos materiales, y por muy importante o sentimental que fuera su significado, no eran nada comparados con el valor de la vida. Yo estaba ilesa, mis dos hijos, Kenneth y Barbara, ambos adultos, estaban vivos. Unos estúpidos habían logrado quemarme la casa y todo lo que había dentro, pero no podían destruirme a mí.Cuando se aprende la lección, el dolor desaparece. Esta vida mía, que comenzara a muchos miles de kilómetros, ha sido muchas cosas, pero jamás fácil. Esto es una realidad, no una queja. He aprendido que no hay dicha sin contratiempos. No hay placer sin dolor. ¿Conoceríamos el goce de la paz sin la angustia de la guerra? Si no fuera por el sida, ¿nos daríamos cuenta de que el mundo está en peligro? Si no fuera por la muerte, ¿valoraríamos la vida? Si no fuera por el odio, ¿sabríamos que el objetivo último es el amor?Me gusta decir que “Si cubriéramos los desfiladeros para protegerlos de los vendavales, jamás veríamos la belleza de sus formas”.Reconozco que esa noche de octubre de hace dos años fue una de esas ocasiones en que es difícil encontrar la belleza. Pero en el transcurso de mi vida había estado en encrucijadas similares, escudriñando el horizonte en busca de algo casi imposible de ver. En esos momentos uno puede quedarse en la negatividad y buscar a quién culpar, o puede elegir sanar y continuar amando. Puesto que creo que la única finalidad de la existencia es madurar, no me costó escoger la alternativa.Así pues, a los pocos días del incendio fui a la ciudad, me compré una muda de ropa y me preparé para afrontar cualquier cosa que pudiera ocurrir a continuación.En cierto modo, ésa es la historia de mi vida.

 

domingo, 14 de agosto de 2011

Una conversación con Gregg Braden, autor de “La sanación espontánea de la creencia” y “El efecto Isaías”


Por John David Mann.

En 1991 se convirtió en el primer Jefe de Operaciones técnicas para los Sistemas Cisco. Al mismo tiempo, Gregg ha invertido meses durante los últimos veinte años en algunos de los lugares más primitivos en la Tierra, en monasterios de Bolivia, Perú, Nepal, India y Tibet, explorando conexiones entre la vanguardia de la ciencia cuántica y el corazón de las tradiciones espirituales antiguas. (“Mientras mis colegas toman una semana en un centro turístico costero”, dice Gregg, “mi idea de vacaciones es un peregrinaje de 22 días en la meseta del Tibet a 17,000 pies de altura.”).
El autor bestseller del New York Times es ampliamente anunciado como un pionero del puente entre el mundo de la ciencia y de la espiritualidad. Habló con nosotros recientemente acerca de cómo el mundo actual esta en una encrucijada en perspectiva y como el mercado de redes refleja ese cambio.

Gregg, el trabajo que estas haciendo con la espiritualidad y el poder del pensamiento, ¿representa una separación entre tu pasado corporativo, técnico o es una continuación de ese pasado?

Lo veo como un claro progreso. Siempre he creído que no hay diferencia entre la ciencia y la espiritualidad, que cuando estudiamos química y física, estamos aprendiendo acerca de detalles prácticos de como funciona Dios en el mundo. Nací y fui criado en el norte de Missouri en una comunidad relativamente conservativa del centro-norte; estas nos eran el tipo de cosas de las que hablaba la gente todos los días. Pero supuse que todos pensaban en la misma línea y creían como yo creía. Pronto aprendí que nada puede estar más lejos de la verdad. Cuando fui a trabajar al mundo corporativo, descubrí que la mayoría de la gente creía que la ciencia y la espiritualidad están excluidas mutuamente, que teníamos que seguir el camino de la ciencia o el camino de la espiritualidad, que no podíamos ponerlos juntos.

Pero ¿crees tú ahora que este punto de vista está cambiando de gran forma?

Absolutamente. Tiene que cambiar y todos lo sienten. Todos sienten que algo esta sucediendo pero no pueden señalar exactamente que es. Hay tensión subyacente que trasciende los límites y naciones; las personas en todos lados sienten que algo ha cambiado. Hubo una conferencia en 2005, “Encrucijadas para el Planeta Tierra”, que unió a científicos, ingenieros, filósofos, lideres religiosos y espirituales de todo el mundo para considerar la pregunta, “¿Qué esta pasando?” ¿Es esto solo la paranoia del siglo veintiuno, o hay realmente algo que esta sucediendo aquí?” El resultado de esta pregunta fue tan profundo que los Científicos Americanos dedicaron su reunión de Septiembre de 2005 al tema de la conferencia.
En el simposio, identificaron seis escenarios diferentes (cambio climático, la amenaza de guerra nuclear, tensiones virulentas e intratables de virus, etc.), si se permitiera que cualquiera de ellos completaran un ciclo, podría terminar la civilización para siempre y posiblemente la vida en la Tierra. Nuestros ancestros pudieron haber lidiado con uno o más de estos problemas en diferentes tiempos. Pero lo que hace este momento en la historia tan único, se dijo en el simposio, es que estamos experimentando las seis situaciones al mismo tiempo. Si vamos a sobrevivir esta vez, concluyeron, tenemos que comprenderlo en los próximos ocho o quince años. Dijeron: “Y la única forma en que vamos a hacerlo es pensar en nosotros y en nuestra relación con el mundo de manera completamente distinta a la que hemos hecho en el pasado”.

¿Y eso tiene que ver con casar el mejor entendimiento científico con lo mejor de la sabiduría espiritual?

Exactamente. Esta convergencia puede ser la verdadera oportunidad para redefinir quienes somos, como trabajar y cual es nuestro papel en el universo. Viene la pregunta científica del siglo veintiuno que nos ha ocupado mucho: ¿Somos observadores pasivos, manchitas insignificantes con muy poca influencia en el mundo?, O ¿Somos creadores poderosos que juegan un papel muy significante en lo que la realidad presenta? De modo interesante la respuesta a ambas preguntas es “Si”. Se determina por como decidimos ser nosotros, por nuestra buena voluntad de aceptar el poder que ha nacido con cada uno de nosotros, para incluir en la calidad de nuestras relaciones, la sanación de nuestros cuerpos, el éxito de nuestras carreras, la paz entre naciones. Como un individuo es fácil entrar en esa angustia existencial de sentirse insignificante.

¿Estas diciendo que hemos adoptado esa postura de “A mi no me importa” en una escala social?

Si, creo que es nuestro condicionamiento inconsciente. Nos hemos transformado en una sociedad basada en ciencia desde hace cerca de 300 años, cuando Sir Isaac Newton formalizo las leyes de la física. Desde entonces, hemos venido creyendo que somos seres sin poder, victimas de un mundo donde todo se separa de todo lo demás, que tenemos poca influencia sobre todo lo demás. Esto no es necesariamente algo de lo que se hable en el despachador de agua de la oficina; Es un condicionamiento inconsciente con el que todos batallamos en cierto grado.

¿Se filtra en nuestro acercamiento a la salud y medicina, la economía, el medio ambiente, geopolítica, todo?

Exacto. Nuestra civilización entera se ha basado en dos falsas suposiciones centrales que aún son enseñadas en nuestras escuelas hoy. La primera suposición falsa es que el espacio entre las cosas esta vacío. Nosotros decimos, “Que el noventa y seis por ciento del universo es espacio vacío”. Lo que importa, o se podría decir la materia – es como máximo cuatro por ciento. La segunda suposición falsa es que nuestra experiencia interna – nuestro pensamiento, sentimiento, emoción y creencia- no tienen efecto en nuestro mundo más allá de nuestros cuerpos. Ambas de estas suposiciones han sido probadas absolutamente falsas. Eso no es teoría, es un hecho científico, documentado en revistas científicas. No solo ha ido a nuestras escuelas y libros de texto universitarios.

¿Estas hablando de la investigación del “campo punto cero”?

Hoy sabemos que hay un campo de energía donde yace toda la existencia física. Este campo tan nuevo en su descubrimiento, que los científicos no han acordado aún una palabra única; ha sido nombrado todo, desde lo simple “el campo” a la “La mente de Dios” y hasta “la mente de la naturaleza”. En 1944, Max Planck, el padre de la teoría cuántica, le llamó “La Matrix”. También sabemos que tenemos la habilidad de “hablar” en un lenguaje que resuena con este campo, un lenguaje no verbal de sentimiento y creencias en nuestros corazones. Cuando hacemos esto, efectuamos sanación física en las células de nuestros cuerpos. La llave es sentir el sentimiento en un modo preciso, como si el deseo que sale de nuestro corazón ya hubiera sucedido. Esto pone en marcha una respuesta en nuestros cuerpos donde la química iguala el sentimiento.

Asimismo, cuando creamos sentimientos muy precisos como si nuestra carrera ya fuese exitosa, nuestras relaciones y nuestra pareja ya están en lugar y tenemos a la gente acertada para completar todas las metas en ese momento, eso pone en movimiento un mecanismo en este campo que permite que esas cosas den fruto. Una vez que entendemos el mecanismo, se convierte en una tecnología y lo podamos hacer consistente y repetidamente. 

¿Esta este método relacionado con tu trabajo en oración masiva y enfocado a la atención en grupos grandes?

Exactamente, el mismo principio aplica ya sea con una relación, sanación del cuerpo o paz entre las naciones. Si queremos influenciar el resultado, podemos reclamar el sentimiento de ello en nuestros corazones, como si el resultado ya se hubiese obtenido, en vez de pensar como construirlo paso a paso.
Si estas construyendo un trasbordador espacial o cocinando un pastel, entonces quieres ir paso a paso. En lo externo, en el mundo físico, algunas veces tenemos que reunir nuestros ingredientes y después hacerlo en secuencia, construyendo hacia una meta poco a poco. Pero en el mundo cuántico del pensamiento, emoción y creencia, estos principios no aplican. De hecho es exactamente lo opuesto: tenemos que identificar, claramente y de forma concisa el resultado, porque el universo no puede golpear un objetivo en movimiento. Nos educaron para pensar estratégica y tácticamente.

¿Estás diciendo que en ese nivel, la realidad trasciende lo estratégico y lo táctico y en su lugar efectuar el resultado, empezando con el fin en mente?

Exacto. Aún ponemos todo en el lugar para que suceda; no podemos simplemente sentarnos en nuestros sillones. Pero estamos cambiando de una forma meramente Newtoniana para crear y resolver problemas, creyendo que todo esta separado y que debemos trabajar hacia una meta, en el modo cuántico de pensar, donde firme y claramente identificamos el resultado. Tenemos una poderosa documentación en video sobre lo rápido que el mundo físico responde a este lenguaje. En un video, vemos a una mujer que se la ha diagnosticado un inoperable tumor canceroso, en la presencia de tres practicantes, quienes han sido capacitados en este lenguaje del que hablamos. A través de ultrasonido, ves que el tumor se derrite y literalmente desaparece en la pantalla.

¿Ocurre esto por el poder de sus pensamientos?

No es un pensamiento, es un sentimiento –tan poderoso sentimiento que el tumor de disipa en menos de 3 minutos. Esto fenómeno no ha ocurrido una sola vez. Esto se realiza para los tumores de cerebro y vejiga todo el tiempo en esa parte de China. El mismo principio rige cuando una cantidad elevada de gente se reúne para sentir la paz en una región geográfica amplia, o para sentir el éxito de los proyectos de las empresas.

Es interesante que diga que es un sentimiento y no un pensamiento. Todas las narraciones en los libros de éxito que tenemos utilizan el término “pensar” – Piensa y Crece Rico, La Magia de Pensar en Grande, Como un Hombre Piense.

Pero el pensamiento tiende a ser secuencial. Eso es el resultado natural de la sociedad dominada por el macho-orientada esquemáticamente-basada en la tecnología-y el hemisferio izquierdo. No es sorprendente que cogiéramos estos principios y los forcemos en la esfera de lo que pensamos; eso es nuestro condicionamiento. Pero aquí está el resultado último: nuestro mundo está hecho de campos electromagnéticos de información. Si quieres cambiar algo en el mundo, tienes que comunicarlo dentro del campo electromagnético. Curiosamente, la ciencia ha encontrado ahora –y esto se ha publicado en revistas especializadas en los últimos años- que el corazón humano es el generador mas grande de campo eléctrico y magnético del cuerpo.

Entonces nuestro lenguaje era correcto todo el tiempo! Es una cuestión del corazón.


Nuestro cerebro genera un campo eléctrico y magnético, pero es relativamente débil, en comparación con el del corazón. El campo eléctrico del corazón es aproximadamente 100 veces más potente que el del cerebro, y el campo magnético del corazón es alrededor de 5,000 veces más fuerte que el campo magnético del cerebro. Nuestros libros de texto dicen que si quieres cambiar los átomos de la material física, tienes que cambiar o bien el campo eléctrico o bien el campo magnético; el corazón cambia los dos.

 
Nosotros cambiamos el imán, y el relleno de hierro se acopla a su forma.

Absolutamente. Y esta es la razón por la cual el sentimiento es mucho más importante que el pensamiento.
En nuestra sociedad, nos han condicionado para creer que el sentimiento y las emociones no son efectivas. A la mayoría de los hombres no se les han permitido y a las mujeres se les ha dicho, “Si los vas a tener, vas a algún otro lugar donde no moleste a nadie!” Pero fuera de nuestra sociedad, encuentras justo lo contrario. En los monasterios del Tibet, dice que el sentimiento es la fuerza mas poderosa del universo. En un monasterio, pregunté al abad, “En su tradición, cual es la fuerza que conecta todo en el universo?” El respondió con una sola palabra. Pensé que había un error en la traducción, y pregunté a mi traductor que le preguntase de nuevo; “Compasión”. Y dije, “Espera un momento. ¿Es la compasión una fuerza natural que conecta todo en el universo – o es una experiencia que tenemos en el corazón?” Después de que me aseguré que el traductor había entendido perfectamente mi pregunta, volvió a responder solo con una palabra: “Si”.

¿Cómo te afectaron estas experiencias para tu trabajo empresarial?

En mi trabajo con las compañías Fortune 500 (empresas de elite del mundo), siempre me encontraba en proyectos que estaban retrasados, o habían excedido el presupuesto o tenían problemas. Usando los principios que había aprendido en los monasterios del Tibet, siempre encontraba maneras de navegar a través de estos dilemas y terminaba encontrando soluciones exitosas. Después de un tiempo, se me ocurrió que todos estos principios se podían aplicar a contextos mucho más amplios.

¿Qué desencadenó esta comprensión?

Los últimos años de la Guerra Fría fueron años terribles. Aunque el público no estaba muy enterado, estuvimos muy cerca de tener una intercambio nuclear; de hecho, esto ocurrió en dos ocasiones. Reconociendo lo cerca que estuvimos de destrozar todo lo que habíamos adorado, se me ocurrió que esto era como cualquier otro proyecto que está retrasado, sobre-presupuestado o con problemas! Empecé a investigar maneras de aplicar los principios que había utilizado en las pizarras de Cisco y Martin-Marietta (empresas) hacia esta proyecto que llamamos “vida y conciencia en el siglo veinte.”

Cuando descartamos esas falsas suposiciones que mencionas –cuando nos damos cuenta que el espacio no está vacío, y que nuestro mundo interior puede tener un impacto enorme en el exterior- ¿que diferencias en la conducta emergen de ese cambio?

Empezamos a ver que todo esta conectado con todo lo demás, y que no solo podemos pensar en nosotros mismos cuando tomamos una decisión, sea en el contexto de nuestra familia, nuestra comunidad o el mundo. Hay más en el mundo que Estados Unidos. La próxima generación estará embebida en esta comprensión, pero esta generación es única en que ambas perspectivas están ocurriendo ahora mismo en este tiempo. Algunas personas están arraigadas en estos trescientos-años de creencias, y otros están más abiertos a la nueva comprensión, pero esta generación en su conjunto está cabalgando entre las dos visiones del mundo, lo cual nos empuja hacia atrás en la lucha por el Planeta Tierra. Estamos enfrentados a retos sin precedentes que serán únicamente solucionados si reconocemos que somos parte de una comunidad mayor –que nos guste o no, somos parte de una familia y nos necesitamos.

En una red estructural de marketing, somos todos independientes, y todavía tenemos que aprender como cohesionar en un campo de quizá cientos de miles de personas. ¿Es esto de alguna forma un presagio de una forma distinta de organizarnos como sociedad?


Absolutamente. Tan complejo como nuestro mundo parece y tanto como intentamos separa nuestra vida laboral, desde el punto de vista de la física y el universo, todas estas áreas están basadas en los mismos principios simples de fratales. Un troncho de brócoli es un ejemplo perfecto del patrón fractal. Una ramita pequeña de brócoli parece la misma que la grande de donde se cogió y al mismo tiempo es como la más grande de donde se cogió –exactamente el mismo patrón en diferentes escalas de magnitud-.

Todo en la vida parece funcionar de esa manera, incluyendo al ser humano. Lo que es bueno para una célula en el cuerpo humano afirmará la vida en el cuerpo entero. Es lo mismo para la sociedad; lo que es bueno para el individuo, también es bueno para el conjunto. Cuando ayudamos a otros, nos estamos ayudando a nosotros mismos.
En el año 2004 escribí un libro el Código de Dios, sobre los principios unificadores que nos acercan como familia en el planeta. En ese libro se citan más de 400 documentos científicos, publicados en revistas especializadas para determinar si somos o no una especie violenta por naturaleza, es decir, si la competición es nuestra verdadera naturaleza. Los resultados de estos 400 estudios son unánimes: no somos una especie ni violenta ni competitiva por naturaleza.

Sin embargo, ellos encontraron que nosotros traicionaremos nuestra benevolencia verdadera y cooperativa y nos volveremos violentamente competitivos en la presencia de una de estas condiciones:

1) cuando nos encontramos amenazados personalmente;
2) cuando nuestras familias se sienten amenazadas; o
3) cuando sentimos que nuestra forma de vida está amenazada.

Podemos ver esto, por ejemplo, en lugares como Irak o los Territorios Palestinos, donde la gente está típicamente viviendo bajo estas tres condiciones.

¿Es este tipo de conflicto violento inevitable?

En absoluto: no es nuestro estado natural, es la conducta que se produce por estas condiciones. Bajo amenaza, perdemos de vista nuestra naturaleza fractal –nosotros pensamos que el interés propio y el actuar en interés de otros son direcciones que se excluyen mutuamente. Empezamos a pensar que hay espacio vacío entre nosotros.
Otra conclusión de estos estudios fue que todas las especies en la naturaleza se benefician de la cooperación. Cuando se comportan cooperativamente, ellos consistentemente producen mas descendencia, viven mas tiempo y más prósperamente. Y han encontrado la misma evidencia entre las poblaciones indígenas alrededor del mundo: la longevidad y la calidad de vida aumentan cuando cooperan en la recolección y el reparto de comida: cuanto más cooperan, mejor va todo. Eso es de lo que va la red de marketing.

¿Ve estas dos formas de pensamiento agotarse?

En la esfera política, tenemos a gente que está mirando solo en nuestro patio, y otros que piensan de una forma más global. Tenemos a científicos que están mirando lo que es bueno para América y otros que piensan lo que es bueno para el mundo. Lo que es especialmente interesante es que en las naciones que son los grandes jugadores están eligiendo a líderes nuevos en los últimos dos años. En los últimos cinco años, he estado en todos los continentes excepto en la Antártica, y lo que he visto en todo el mundo es que la gente está lista para algo más allá del sufrimiento, guerra, conflicto y miedo que hemos vivido en el siglo veinte. Si pueden hacer saber su buena voluntad en una forma distinta a través del proceso de elección, vamos a encontrar como los principios espirituales juegan un gran papel a escala mundial

viernes, 5 de agosto de 2011

Recuperando la forma original de hacer oración

por Gregg Braden

Gran parte de los condicionamientos en las tradiciones occidentales durante el ultimo siglo y medio nos ha invitado a “pedir” que circunstancias específicas en nuestro mundo cambien a través de la intervención divina; que nuestras plegarias sean respondidas. En nuestras bien intencionadas peticiones, sin embargo, inadvertidamente podríamos estar dándole poder a las mismas condiciones que estamos orando para pedir que cambien. Por ejemplo, cuando pedimos “Querido Dios, por favor, permite que haya paz en el mundo”, en efecto estamos estableciendo que la paz no existe en el presente. Las tradiciones antiguas nos recuerdan que las plegarias en las que pedimos son sólo una forma de orar, entre otras formas. También existen otras que nos llevan a encontrar paz en nuestro mundo a través de la cualidad de los pensamientos, sentimientos y emociones que creamos en nuestro cuerpo. Una vez que permitimos las cualidades de paz en nuestra mente y damos combustible a nuestra oración a través de sentimientos de paz en nuestro cuerpo, el quinto modelo de oración establece que el resultado ya ha ocurrido.
La ciencia cuántica ahora toma esta idea y la lleva un paso adelante, estableciendo que son precisamente esas condiciones de sentimientos a las que la creación responde, igualando el sentimiento con que hacemos la oración en nuestro mundo interior, con condiciones similares en el mundo exterior. Aunque el resultado de nuestra oración pueda aún no haber aparecido en el mundo exterior, estamos siendo invitados a reconocer nuestra comunión con la creación y a vivir como si nuestra oración ya hubiese sido escuchada.
A través de las palabras de otros tiempos, los antiguos nos invitan a recobrar el modo antiguo de orar como un estado permanente de conciencia en el que nos convertimos, en vez de una forma prescrita de acción que llevamos a cabo ocasionalmente. En palabras que son tan simples como elegantes, se nos recuerda que nos “rodeemos” de la respuesta a nuestras plegarias y los “envolvamos” en las condiciones que escojamos experimentar. En el moderno idioma, esta descripción nos sugiere que para efectuar cambios en nuestro mundo, primero necesitamos experimentar los sentimientos de que el cambio ya ha ocurrido.
Conforme la ciencia moderna continúa validando la relación entre nuestros pensamientos, sentimientos y sueños con el mundo que nos rodea, se hace más claro ese puente olvidado entre nuestras plegarias y aquello que experimentamos. La belleza de esa tecnología interna se halla en que está basada en condiciones humanas que ya poseemos. Desde los profetas que nos vieron en sus sueños, se nos recuerda que honrando la vida, cumplimos nuestro deber con la supervivencia de nuestras especies y el futuro del único hogar que conocemos.